Reinventarse y vivir un nuevo comienzo sin olvidar el pasado
Hace ya dos años que comenzó mi aventura. Muchos de vosotros sabréis por propia experiencia que los cambios nunca son fáciles, pero son necesarios para adaptarse a los nuevos tiempos. También os digo que ahora, viéndolo en perspectiva, no me arrepiento de nada. Más bien al contrario. Me siento como una adolescente con móvil nuevo. Atrás quedaron las dudas y los temores. Comprended lo extraño que resultaba al principio abrirme a recibir visitas, acostumbrada a la intimidad de pequeñas reuniones familiares. Y sin embargo, qué enriquecedor ha sido compartir mi espacio y llenarlo de nuevas experiencias.
Sí, tengo que daros las gracias a todos los que habéis llenado mis entrañas con risas, miradas curiosas y gestos de sorpresa. A todos, a los que venís de fuera y descubrís por primera vez lo que alberga mi vientre, y a mis paisanos, que no dudan en compartir sus recuerdos plagados de anécdotas y chascarrillos.
He asistido con vosotros a representaciones teatrales, conciertos de música y shows de una gran variedad de artistas, pero lo que nunca deja de emocionarme son esas miradas curiosas, esos gestos de placer al saborear un buen vino con productos de la tierra, esas manos rozando mis paredes excavadas en la roca hace siglos o vuestros comentarios al sentir ese aroma que me envuelve, mezcla de uvas fermentadas y tierra añeja.
Aún guardo en mi interior los viejos tiempos, que son parte de mi encanto y personalidad, pero también vivo con pasión cada nuevo día, porque cada visita es un regalo inesperado. Por todo ello, he llegado a una conclusión, es vuestra presencia la que me llena de vida.
Así que no lo olvidéis, soy La Olmilla y os espero aquí, bajo el castillo de Peñafiel, que es el navío que surca estos paisajes. Juntos pondremos rumbo a emociones desconocidas navegando por los sentidos.